La Asociación Compostaje Comunitario Hortaleza es un ejemplo de que la iniciativa ciudadana es un gran motor de cambio. Por mucho que una administración pública ofrezca recursos, si no tiene el apoyo de sus vecinos, cualquier iniciativa puede quedarse en eso, en simple iniciativa.
Con el impulso y tesón de los vecinos, la Asociación de Hortaleza ha impulsado un proyecto de tratamiento descentralizado de residuos orgánicos. Un ejemplo de éxito en la comunidad de Madrid. En 4 años de andadura, la Asociación ha procesado mediante compostaje comunitario más de 17 toneladas de residuo orgánico al año en las 3 áreas de compostaje que impulsaron. Todo, gracias a la ayuda voluntaria de los vecinos. Al mismo tiempo, se ha ahorrado la emisión de más de 22 toneladas de CO2 en comparación con su recogida, transporte y tratamiento habitual.
De pueblo a barrio de Madrid
Hortaleza es uno de los 21 distritos en los que se divide Madrid, y se sitúa al Noreste de la capital. Actualmente, cuenta con una población de casi 190 mil habitantes en una superficie de 2.800 hectáreas. Y tiene una asociación que promueve el compostaje. Una entidad muy activa que gestiona tres áreas de compostaje comunitario: la del Pueblo de Hortaleza, la situada en Arequipa, y la que se encuentra en Manoteras. Tanto trabajo ha dado sus frutos. La asociación tiene en proyecto la colocación de 3 puntos más de compostaje comunitario en Hortaleza.

Un 15M que removió conciencias
Madrid vivió muy intensamente la revolución del 15M. Un movimiento social que se inició en la manifestación del 15 de mayo de 2011. Se conoció como el Movimiento de los Indignados y proclamaba la necesidad del cambio en todos los ámbitos.
En este contexto de cambio, un grupo de vecinos se organizó para iniciar un proyecto de mejora medioambiental. Proponían compostar los residuos orgánicos generados en sus cocinas. Invitaron al experto medioambiental Alfonso del Val para dar una charla.
Y así empezó un movimiento de espíritu medioambiental radicado en una zona de Madrid donde, por tradición y tipo de urbanismo, nunca se había intentado nada parecido.

Organización asamblearia y mucha, mucha comunicación
La Asociación de Hortaleza para el compostaje se organiza mediante comisiones y se gobierna a través de una asamblea. Declaran que la comunicación es su motor para despertar consciencias, formar y crear comunidad entorno al compostaje. Redes sociales, anuncios en periódicos locales, blog, fiestas…. Cualquier evento, motivo de concentración y celebración popular en los barrios, son propicios para realizar talleres o charlas sobre el compostaje.
Hacen una fiesta para repartir los cubos y informar; para recoger el compost y hacer taller de jardinería; para recoger estructurante; para realizar un mercadillo y recaudar dinero para mantener la actividad…
Así, el compostaje comunitario se convierte en el motivo y, a su vez, en excusa para hacer comunidad.

Desde la AMPA
La experiencia liderada por la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) del CEIP Luís Cernuda fue el embrión de la asociación. Allí tuvieron un primer contacto con el compostaje en su huerto escolar. Las familias podían aportar su residuo orgánico de casa. Hecha sus aportaciones desde la calle, a través de una pequeña puerta, por donde se accede a un contenedor. También compostan los restos orgánicos de la cocina del colegio.
Arequipa, la primera área de compostaje
Gracias a las conversaciones del equipo promotor con el Ayuntamiento se llegó a un acuerdo de crear 6 áreas de compostaje. La entidad pública cedía el terreno, lo adaptaba para acoger el área de compostaje y asumía sus costes. A cambió, la asociación se comprometía asegurar que los vecinos utilizarían la instalación y serían los responsables de su mantenimiento.
El Ayuntamiento invierte con el convencimiento de que tiene un retorno claro. Gracias al compostaje comunitario, dejará de recoger, transportar y tratar los residuos a kilómetros de distancia.
No todos los compostadores funcionan
Después de años de experiencia con el compostaje comunitario, los responsables de la entidad tienen criterio para evaluar el material.

Para ellos es fundamental que los compostadores sean resistentes y funcionales.
Un compostador debe resistir la fuerza y las condiciones que se generan durante el proceso del compostaje y su mantenimiento.
Es importante, declaran, que el compostador esté diseñado para optimizar el proceso de compostaje, pero, a su vez, que sea resistente y fácil de utilizar tanto por los vecinos como por los encargados del mantenimiento.

El compostaje genera altas temperaturas, humedad, y es un proceso continuo que requiere un uso intensivo: aperturas constantes de la tapa, trasvase de materiales, extracción de compost, etc.
Es especialmente relevante para la asociación la accesibilidad para una ciudadanía que a veces puede presentar problemas de movilidad.
Esta instalación debe ser accesible, sin barreras arquitectónicas y lo más llana posible. La acción de aportar la materia orgánica dentro del compostador debe de poderse hacer fácilmente.

O sea, que la tapa se aguante sola sin caerse, para que la persona disponga de las dos manos para abocar la orgánica dentro, incorporar el estructurante y airear.
En este sentido, y tras probar con otra marca de compostadores, la Asociación ha optado por cambiar los compostadores y se han decidido por los de la marca Vermican. Los motivos, exponen, son su facilidad de montaje y desmontaje sin herramientas, la robustez y resistencia del sistema ante un uso exigente, la calidad de los materiales empleados, y la facilidad de uso y seguridad para los usuarios.
Compostar, Mola
La Asociación premia a los usuarios que realizan compostaje. Cada vez que aportan un cubo de materia orgánica reciben una Mola. La Mola es una moneda aceptada por los comerciantes de la zona para abonar hasta un 10% del valor de las compras. Este sistema de recompensa se gestiona gracias a una aplicación electrónica.
Así pues, mediante el compostaje también se fomenta el consumo en establecimientos del barrio.
2020, año distinto pero bueno

La última valoración de la actividad de la entidad corresponde al 2020. Un año extraño, con unos meses de confinamiento total, sin actividades ni acceso a las áreas de compostaje. Aún así, los datos son muy positivos.
En el 2020, 217 familias recibieron información sobre el compostaje y 264 fueron usuarias de las 3 áreas de compostaje que gestiona la asociación. Procesaron un total de 5.776 kg de materia orgánica y obtuvieron más de 2.300 kg de compost sin cribar.
Además, el Instituto de Investigación del CEBAS-CSIC de Murcia analizó muestras del compost obtenido y lo clasificó en categoría A. O sea, el de mayor calidad, que certifica que el compost podría utilizarse en la exigente agricultura ecológica.
Así pues, la Asociación de Compostaje Comunitario de Hortaleza tiene una función principal de sensibilización y participación comunitaria. Y con un claro objetivo “cambiar desde nuestro pequeño barrio de Hortaleza, un pedacito de mundo.”.
Para saber más sobre esta iniciativa, consulta la página web de la Asociación de Compostaje Comunitario de Hortaleza